Las aplicaciones móviles de WhatsApp y Tinder son ahora utilizadas por los antisociales para estafar y robar a los ciudadanos. La Policía recibe cada día entre ocho y 10 denuncias de estas nuevas modalidades en las que operan los ciberdelincuentes.
Una reciente forma de estafa por WhatsApp es a través de la llamada de un supuesto policía. Incluso la foto del perfil de la aplicación es de un hombre que viste el uniforme de la institución.
El antisocial llama a su víctima y le cuenta que un familiar o amigo suyo sufrió un accidente, atropelló a una persona o golpeó a una mujer y que está detenido. Para que el supuesto familiar sea liberado, el ciberdelincuente pide dinero a la víctima.
“Inclusive lo que hacen es comunicarle con el familiar que está supuestamente detenido, informándole de que en el accidente le habrían fracturado la mandíbula y que no puede hablar correctamente”, informó el investigador de la División de Cibercrimen de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), Sergio Salazar.
Uno de estos casos fue filmado por la víctima y se viralizó en las redes sociales. La persona que recibió la llamada se dio cuenta de la estafa y no cayó en la trampa de los falsos policías.
La mayoría de los delincuentes en el país pide a sus víctimas que depositen diferentes cantidades de dinero a alguna cuenta de Tigo Money. Escogen esta entidad porque –según la Policía– es difícil realizar el rastreo.
Las cuentas que usan están registradas a nombre de terceras personas; usan la identidad de otras víctimas de las que tienen fotografía de su carnet de identidad y otros datos personales. En algunos casos, se trata de palos blancos que reciben una comisión.
Los ciberdelincuentes operan también a través de la aplicación Tinder que permite a sus usuarios comunicarse con otras personas sobre la base de sus preferencias. La organización criminal planea el emparejamiento de dos personas a través de citas para luego cometer el delito.
En la primera cita, un hombre fue invitado al departamento de una mujer con la que conversaba por Tinder. Allí fue interceptado por otras personas quienes le propinaron golpes y se llevaron sus objetos de valor”, refirió Salazar. Este caso fue uno de los muchos que se atendieron en la División de Cibercrimen de la FELCC.
El investigador asegura que a diario esta unidad recibe entre ocho y 10 denuncias. Sin embargo, la división no cuenta con el número exacto de víctimas de cibercrimen o intentos de ese delito. Resalta que la cifra de las denuncias se redujo considerablemente. “Se llegó a una temporada donde teníamos hasta 25 denuncias al día, entre ellas delitos de orden privado”, informó.
¿Cómo operan?
Los antisociales logran su objetivo a través del phishing o suplantación de identidad en las redes sociales. El investigador explica que los ciberdelincuentes lanzan la información falsa a diferentes personas tal como si fuera una caña de pescar y el primero en “morder el anzuelo” es estafado.
A través de la ingeniería social, investigando cuentas en las redes sociales, estas personas logran captar a las víctimas. El robo responde a un proceso informático, asegura el policía. No se elige a la víctima por simple casualidad como lo que pasa con el robo, explicó.
Según el director departamental de la FELCC, Jhonny Aguilera, una estafa requiere de un proceso de análisis previo para la captación ilegal de información privada: identidad, teléfono u otros datos de la potencial víctima.
Sostiene que en muchos casos es fácil acceder a información de las personas en las redes sociales debido a una mala configuración en la privacidad de las cuentas.
Un ciberdelito se vincula a tres factores. “La primera variable es la capacidad tecnológica que tenga el estafador. La segunda, su intelecto; y, por último, los datos que publique la víctima sobre su vida privada”, aseguró Aguilar.
La autoridad policial recomendó a la población corroborar cualquier información en las redes y no depositar dinero a cuentas de personas desconocidas.
La división de Cibercrimen de la FELCC se encuentra levantando una base de datos con las denuncias de ciberestafas o ciberrobos que se registraron durante los casi cuatros meses de operaciones de esta unidad especializada. También hace un registro de delitos anteriores a su inauguración, el pasado 25 del julio.
“Nosotros estamos manejando una base de datos que nos sirva como insumos para las pesquisas”, aseguró el investigador Sergio Salazar. Apuntó que esa información ayudará en la prevención de este tipo de delitos, que se dan a través de las redes sociales o diferentes aplicaciones.
Resaltó que la joven división está teniendo buenos resultados. Los investigadores apoyan técnicamente a otras unidades de la institución como Trata y tráfico de personas, proxenetismo o prostitución de menores, entre otros.
Además de estafas cibernéticas por WhatsApp o Tinder, Salazar afirma que se registran delitos en grupos de Facebook. Los delincuentes ofrecen diferentes productos por esa red, pero no concretan la venta correctamente.